Devuelta a la cordura
(Algún tiempo después: encerrado entre tanta mente
desordenada, el tiempo se hace eterno)…
Hace ya mucho tiempo que nadie viene a verme un
domingo en la mañana, trayendo alguna fruta, un cigarrillo para fumar y su
sonrisa. Ya de nadie sé… A Joaquín y a Joaquincito no los volví a ver más
después del incidente. Se fueron, pero viven dentro de mí: en mis ideas, en mis
sueños, en mis episodios de psicosis y amaneristas también. Algunos días me
llena un raro sentir: me siento tan ´yo´ y le digo a todos que vi a mi hijo,
que me vino a ver y me regaló un chocolate, que pronto me sacará y me llevará a
vivir lejos, en una casa bonita.
Dicen que los mejores amigos se tienen en las buenas y
en las malas. Jajá, creo que mis amigos
están ocupados. Mis padres fallecieron. Mis tías ya no se acuerdan. Y hermanos
no tuve. Solo quería a mi hijo y Joaquín, pero fue mi culpa.
Ahora tengo una amiga, Ida, y muchos médicos con los
que hablo siempre, pero a las enfermeras y al enfermero mediocre de siempre no
los soporto. Ida es un poco retrasada, pero sabe escucharme. ¡Por eso la
quiero! Una vez, cuando todavía no nos conocíamos, ella me preguntó que si
tenía un hijo. Yo las miré fijo y comprendí que quizás haya sido mi única verdadera
amiga: nadie me había preguntado por mi hijo, y le respondí:
¾ “Joaquincito
ya no es “Joaquincito”: ya es todo un hombre. Lo sé por las fotos que me envía
Joaquín papá. Es bueno a pesar de todo, por lo menos me hace saber cómo está mi
hijo. Aunque yo ya no lo vea”.
Desde ese día memorable Ida se hizo mi mejor amiga y
yo volví a sentir que mi vida aún le
interesaba a alguien. Entonces, me volvió la sonrisa y la lucidez que hace mucho me abandonó. Ahora, cada tarde
me siento con Ida en un rincón del sanatorio, frente a la gran ventana que da
al patio, y le cuento la vida de mi hijo: cómo es él, qué hace, a qué hora se
levanta, qué le gusta comer, cómo le va con sus amigos. También, hace unos días
le dije que Joaquincito ya tenía novia (me cae bien la chica), yo lo sé…Sé
además que Joaquín, como yo, sufre de esquizofrenia, pero él es un artista. Esa
locura innata le ayuda a crear, yo lo sé. No hace falta verlo para saber todo
eso: las fotos que me llegan de cuando en cuando lo delatan, las fotos me
cuentan su historia. Es el instinto de madre…